Carta abierta a mis detractores cristianos

Agosto 15, 2015


Ustedes piensan que yo soy su enemigo, pero en realidad no es así. Son ustedes los que se definen como enemigos míos con sus palabras y acciones. Y si en realidad son cristianos, entonces son mis hermanos, comprados por la misma sangre que me compró a mí. Es mi oración al Señor que me ayude a amarlos como es debido para gloria Suya, y que desvanezca el odio en el corazón de ustedes hacia mi persona para honra de Su nombre.

Debo decirles también que mi amor por el Señor está por encima de todo, y lo que Él ama, quiero amar, y lo que Él aborrece, eso quiero aborrecer, por lo que mi lealtad y obediencia le pertenecen a Él y a su Palabra.

Y es en su Palabra donde encontramos que debemos ser de un mismo pensar, y no hay dos que piensen en lo mismo ni caminen en la misma dirección si se consideran oponentes, porque por definición, ya se dirigen a lugares opuestos y el choque y alejamiento, son inminentes. Y entonces viene a mi mente lo que leemos en el Libro Segundo de las Crónicas: "Pero si mi pueblo se humilla, y ora y me busca, y si al mismo tiempo abandona su mala conducta, yo escucharé en el cielo su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo" (7:14 TLA). Qué difícil requisito el primero: "sí mi pueblo se humilla"... si cada uno nos humillamos...

¿Estaremos todos dispuestos a humillarnos delante de Dios, allí en nuestra búsqueda de Su rostro, para retomar la senda correcta, amando a nuestros hermanos y honrando a nuestro Padre celestial a pesar de nuestras diferencias?

Querido "enemigo" mío, ¿estarás dispuesto a humillarte delante de Dios, para resolver lo que sea que haya en tu corazón, para estar a cuentas con Él y permitir que te restaure y sane tu relación con los hermanos que hoy consideras tus enemigos?

"Yo, que estoy preso por servir al Señor Jesús, les ruego que vivan como deben vivir quienes, como ustedes, han sido llamados a formar parte del pueblo de Dios" (Ef 4:1 TLA)

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Imagen original de fondo: Museum Wales