¡No os hagáis!, ¡ninguno escapará!


Me encontré estas estadísticas y en verdad me hirvió la sangre:

  • Las parejas que se quieren casar invierten alrededor de 200 horas en la organización del evento, y menos de 2 horas en consejería prematrimonial para aprender vivir juntos.
  • De las parejas que se quieren casar menos del 1% recibe una preparación prematrimonial bien estructurada.
  • Los índices de divorcio se han incrementado en un 400% en las últimas décadas principalmente por el egoísmo y por la falta de conocimiento sobre lo que significa el matrimonio.

Ahora, la pregunta sería: ¿por qué?

¿POR QUÉ? (Sí, ¡estoy gritando!).

La respuesta es doble: los padres no están preparados para instruir a sus hijos e hijas desde que son niños para convertirse en hombres y mujeres de Dios y, en un futuro, esposos y esposas, y menos para prepararlos como pareja cuando ya han tomado la decisión de unir sus vidas delante de Dios. Es LAMENTABLE.

Pero es DOS VECES MÁS LAMENTABLE que las iglesias no tomen en serio el matrimonio, y dejen "al azar" lo que las parejas de jóvenes llegarán conociendo acerca de esta institución establecida por Dios, al momento de unir sus vidas.

¿Qué le pasa a estas familias e iglesias cristianas? Es vergonzoso cómo han contribuido con estas estadísticas.

Sé de iglesias en las que simplemente, "cruzan los dedos" y esperan que al nuevo matrimonio le vaya bien.

Sé de otras en donde algún miembro ha preguntado acerca de la preparación prematrimonial y no ha tenido respuesta alguna.

Y también sé de algunas otras en las que, alguno de los líderes, ha propuesto a los ministros (ancianos, presbíteros, obispos, pastores) un estudio ya estructurado para la preparación prematrimonial y lo han ignorado por completo.

Tristemente, algo que tienen en común estas iglesias es que, mientras ven que por la puerta principal entran parejas uniendo sus vidas en matrimonio, parecen ignorar que por la puerta trasera, van saliendo otras con un acta de divorcio en las manos. El liderazgo de estas no hace absolutamente nada al respecto para no "crear un escándalo" —dicen ellos—, o bien, porque la "política" de la iglesia es "ser respetuosa" de la vida y decisiones personales de sus miembros. El caso es que no toman acciones ni correctivas ni preventivas, porque a pesar de lo que sucede, siguen sin capacitar a los padres o a las parejas.

Quiero decir que si el liderazgo en una iglesia ha rehuido a cumplir su responsabilidad en estos menesteres (capacitar a los padres —como debería ser— o a las parejas), es la labor y responsabilidad de los padres antes que de estos ministros, el preparar a sus hijos para el matrimonio. Así que ni los unos ni los otros tienen pretexto, que quede claro, porque ambos, padres y pastores, darán cuentas delante de Dios de su ignorancia o su displicencia en estos asuntos.

Solo quiero recordarles las palabras de Pablo en Mileto, a los pastores de la iglesia de Éfeso (y por extensión, a todos los pastores del mundo):

"Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre" (Hch 20:26-28).

Y a los Padres, Pablo escribe en la carta a los Efesios:

"Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor" (Efesios 6:4).

Así que, ¡no os hagáis!, ¡ninguno escapará!


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Imagen original de fondo: Museum Wales